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lunes, 6 de febrero de 2012

LEY SOPA


La llamada iniciativa de Ley Sopa, denominada así por sus siglas en Inglés (Stop Online Piracy Act o Parar los Actos de Piratería en Línea) y congelada momentáneamente por su promotor, el congresista estadounidense Lamar Smith, es un proyecto legislativo que incumbe directamente a organizaciones y empresas de Estados Unidos.
Esta ley -según algunos críticos- establecería el uso (en EEUU) de un mecanismo de censura sobre internet, similar al que se utiliza en China, Irán o Siria y que censura los blogs y portales web a potestad del gobierno.
Sus defensores afirman que la ley busca proteger el mercado de la propiedad intelectual y su correspondiente industria, trabajos e ingresos, y que es necesaria para reforzar la aplicación de las leyes de derechos de autor, en particular, contra los sitios web extranjeros.
El objetivo sería perseguir la piratería en línea combatiendo aquellas prácticas sociales que ellos consideran ilícitas: intercambiar música, compartir películas, vídeos y demás contenidos protegidos por el derecho de autor e intelectual, lo que implicaría que las autoridades estadounidenses podrían congelar los ingresos y la publicidad en sitios web, obligar a las herramientas de búsqueda a desaparecer estas páginas web de sus resultados e, incluso, solicitar a los proveedores de internet que bloqueen el acceso a tales dominios.
Esta autocensura tendrá costos muy elevados para poder disponer de sistemas y personal humano que supervise y filtre continuamente lo que estén publicando las comunidades virtuales y/o las redes sociales, encareciendo la posibilidad de emprender en Internet, así como la suscripción a los servicios en línea.
Esta ley ha sido impulsada por la Asociación Cinematográfica Estadounidense, la Asociación de la Industria Discográfica Estadounidense y la Asociación de Industrias Farmacéuticas Estadounidense, junto con algunos legisladores como una solución a la piratería de contenidos a través de internet.
Quienes se oponen, que no son pocos, argumentan que la ley infringe los derechos de la primera enmienda constitucional, que es censura en internet, que lesionará los desarrollos futuros en la internet y será una amenaza para la denuncia de irregularidades y otras muestras de libertad de expresión. Incluso la Casa Blanca manifestó su temor a que la Sopa pueda vulnerar las garantías jurídicas de las compañías que operan en Internet, así como la libertad de expresión. La Casa Blanca se opuso a la medida por considerar que ésta podría suscitar demandas contra empresas cibernéticas y perjudicar a negocios legítimos, además de vulnerar en algunos casos el derecho a la libertad de expresión.
Pese a que se trata de una legislación estadounidense contra la piratería online, de retomarse su debate y aprobarse, tendría evidentemente efectos en el resto del mundo, toda vez que Internet es una red globalizada; por lo que también toca a nuestro país, afectaría directamente la privacidad de internet, el acceso a páginas y, no sólo en el presente, sino en la innovación de tecnologías hacia el futuro.
Grandes organizaciones de internet como Google, Facebook, Twitter, LinkedIn, Wikipedia ya se han mostrado en contra. Las grandes compañías de tecnología ubicadas Silicon Valley, California, aseguraron en una carta que la Ley Sopa invade la privacidad de los usuarios y supone un grave riesgo para el desarrollo de la innovación y de la creación de empleo, así como para la seguridad cibernética de EE.UU.
Según expertos, la legislación ha quedado atrasada en cuanto a tecnologías se refiere. Términos como piratería y copia se confunden fácilmente, haciendo que la interpretación de la ley sea sumamente delicada.
La explicación de todos los detalles la Ley Sopa resulta engorrosa; sin embargo, se puede indicar que esa ley creará un régimen, donde el primer paso puede implicar un litigio federal para bloquear un sitio entero cuando se asuma a discreción que el mismo apoya la piratería. Los gastos por estos litigios podrían obligar a cualquier sitio sin fines de lucro o de bajo presupuesto a impugnar la eliminación. Todas las webs, nacionales o internacionales, podrían no tener los recursos para encarar estos procedimientos judiciales, incluso aunque se trate de acusaciones falsas.
El crimen se catalogaría como tal con solo tener un enlace hacia algún sitio que viole le ley, con lo cual se penalizará, no la violación de los derechos de autor, sino cualquier indicio de estar relacionados con la misma. El costo será un litigio, no una simple notificación.
Esto conllevaría que quedarían afectados millones de usuarios con libre participación en las comunidades virtuales, ya que los grandes portales y sitiales web se verían potencialmente bloqueadas, debido a que cualquier usuario podría causar la violación a la ley, provocando la autocensura de los portales y sitios web del mundo entero, ya que la mayoría de las conexiones a Internet pasan -de alguna forma- por los Estados Unidos o residen en servidores ubicados allí.
Esta autocensura tendrá costos muy elevados para poder disponer de sistemas y personal humano que supervise y filtre continuamente lo que estén publicando las comunidades virtuales y/o las redes sociales, encareciendo la posibilidad de emprender en internet, así como la suscripción a los servicios en línea. A su vez, coartará la posibilidad de intercambiar, compartir o prestar cualquier obra cultural como tradicionalmente se ha hecho en la sociedad.
El debate de esta iniciativa, retirada momentáneamente del Congreso estadounidense, debería continuar de manera abierta en todo el mundo, para seguir reflexionando sobre un tema importante y de tan alto impacto para una sociedad que, ya cotidianamente, utiliza y depende de internet, buscando el difícil, pero necesario equilibrio, entre la libertad y los derechos de terceros, como serían la propiedad intelectual o los derechos de autor.
Aunque exista un amplio consenso de que los actos de piratería deben ser neutralizados, ello también requiere de leyes que vayan en consonancia con la actualización informática que, adicionalmente, se tome en cuenta la opinión de todos los participantes en el escenario de Internet, de tal forma que no limite la libertad de expresión y el avance tecnológico.
*Esta columna fue publicada originalnente en ElMundo.com.ve.

Por: Emilio Humberto García


“Alto a los actos de piratería en línea” es lo que significa S.O.P.A., la polémica ley que acaba de generar una alborotada discusión que nos ha llevado a pensar en el desarrollo que ha tenido internet, el rol que ha asumido esta red en nuestra sociedad y su impacto en la civilización. Es que esta suerte de “paraíso” de la información en el cual vivimos, crecemos y nos desarrollamos, y en el cual se ha convertido la red, se ve fuertemente amenazado por la mencionada normativa.
La ley S.O.P.A. plantea cambiar el mundo en el que estamos inmersos. Sin analizar si esta ley es buena o mala (o si está bien o mal), su aplicación implicaría un cambio radical, extremo y dramático en nuestras vidas. Si internet varió la forma de ver nuestro mundo y cómo vivimos, bueno, esta ley pretende alterar la forma en que nos comunicamos, desarrollamos y nos relacionamos con la información y el mundo.
Probablemente, la globalización ha llegado al nivel pragmático, real (más allá de lo académico) y de desarrollo que goza debido a la web, herramienta mediante la cual podemos comunicarnos y compartir con personas en cualquier lugar del planeta. Más allá de las relaciones amicales, internet ha originado el desarrollo, constitución y consolidación de redes que han permitido que muchas personas viajen a otros países, generen oportunidades laborales y empresariales; se planteen y desarrollen proyectos de negocios, artísticos y de cualquier tipo, sin movernos físicamente de nuestros “centros de operaciones”, y un largo etcétera.
Por eso es que se puede afirmar que la aplicación de la ley S.O.P.A. significaría quizás el fin de internet, tal cual lo conocemos. Esto es algo que debe preocuparnos porque nuestro ámbito y forma de actuar laboral y personal, serían muy diferentes. Imaginemos un mundo en el cual no tengamos acceso a las toneladas de información que la web nos ofrece. Situación muy extraña a la forma de vivir a la que estamos acostumbrados desde hace varios años.
No estoy en contra de la actividad empresarial y el mercado (es más, me considero un defensor de ambas), pero creo que la solución a voces y alternativa a la ley S.O.P.A. es que las empresas solucionen este problema a través de la innovación...
Sin embargo, existen muchos expertos que afirman la necesidad de que internet sea más normado, lo cual me plantea una gran incógnita: ¿no es justamente esta libertad en la que se basa internet, el principal detonante del desarrollo que la web ha logrado y sobre la base de la cual se fundamenta su aporte a la Humanidad?
Los que están a favor de la ley son los defensores de los derechos de autor, según el cual los creadores deben recibir alguna retribución económica por sus obras, creaciones o ideas o, en todo caso, se debe hacer referencia a su autoría ante el uso de las mismas. Queda claro que todos deberíamos recibir el reconocimiento acerca de nuestras ideas, propuestas, creaciones u otros; sin embargo, en la red muchas veces se pueden encontrar espacios en los cuales este reconocimiento no existe (ni económico ni de ningún tipo). Sin embargo, esto también se presenta en otros ámbitos de nuestra sociedad que van desde lo más variados; desde las artes, hasta industrias de diversa índole.
Seamos conscientes de que internet nos ofrece actualmente la posibilidad de informarnos de cualquier tema dentro de los diversos ámbitos del conocimiento, de forma rápida y segura (si sabemos discriminar fuentes y además “cruzar” información). Y si esto ya no fuera posible, sería un retroceso para la mayoría de nosotros. Sería regresar en el túnel del tiempo, volver a épocas no tan lejanas (digamos, por ejemplo, los primeros años de los 90), en los cuales internet no era masivo y nuestro acceso a la información y al conocimiento humano era tremendamente limitado; era un privilegio de algunos, lo cual acentuaba las diferencias entre las personas.
Se debe reconocer que muchas industrias se han visto golpeadas por el desarrollo de internet y se debe tomar en cuenta que en el mundo empresarial siempre se esperarán resultados económicos, porque se trata de su naturaleza y fin; por ello, sus modelos de negocio tendrán que adaptarse y evolucionar en función de las nuevas reglas de juego que internet plantea desde hace varios años y reformular las maneras a través de las cuales generar ganancias.
Hay que reconocer que las grandes corporaciones podrían hacer uso de argumentos legales, a riesgo de que el mundo cambie y esta transformación no beneficie a la mayoría, sino solamente a una pequeña parte de la población mundial, entre la cual están las grandes organizaciones con intereses económicos en el tema.
No estoy en contra de la actividad empresarial y el mercado (es más, me considero un defensor de ambas), pero creo que la solución a voces y alternativa a la ley S.O.P.A. es que las empresas solucionen este problema a través de la innovación: los ejecutivos deben pensar cómo internet puede beneficiar a sus compañías y cómo puede crear modelos de negocios que les permitan ganar dinero en un mundo que ya no volverá a ser el mismo, jamás.


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