La desigualdad en Chile es alta. Ella es producto de una elevada
participación del 10% más rico de la población en el ingreso nacional.
Ésta es, sin embargo, una parte de la historia. La fuente directa
de la desigualdad de los hogares son los ingresos del trabajo y no los
del capital como comúnmente se cree. Una situación que, por lo
demás, es similar a la de toda América Latina. Si uno descompone la
distribución de los ingresos en nuestro país se encuentra con que ésta
en su parte inferior no es demasiado distinta de la que se observa en
países mucho más igualitarios. La parte superior de la distribución,
sin embargo, se dispersa significativamente. Ello se explica porque
el impacto de la educación apenas se nota para aquellos que tienen
12 o menos años de educación. La curva de ingresos para este grupo
es prácticamente plana. Sólo a partir de la educación superior tiene
un año adicional de educación un impacto significativo en los ingresos
de las personas.
Este comportamiento de los ingresos se traduce en un alto retorno
privado a la educación universitaria y en un bajo retorno de otros
tipos de educación. Es así como en enseñanza básica un año adicional de educación tiene un efecto marginal sobre los salarios de 6%.
En la enseñanza media este retorno adicional es del orden de un 10%
mientras que en la educación superior éste se empina a una cifra del
orden de 22%. Esta estructura relativa es poco común y en países
más desarrollados es habitualmente inversa. Las implicancias llaman
la atención. Por ejemplo, mientras en Europa una persona con educación
universitaria gana aproximadamente 1,8 vez lo que gana una
persona con estudios de básica, en Chile esa relación es de 5,5
veces.
Esta situación no siempre ha sido así en nuestro país. En 1960 los
retornos privados marginales a la educación básica y media estaban
en torno al 10 y 20%, respectivamente. Los de la educación universitaria
se empinaban al 13%. Estos fuertes cambios están a la base de
las relativamente mayores desigualdades que se observan en el Chile
de los 90 que en el de los 60. Esta estructura de retornos unida a las
diferencias todavía importantes en la escolaridad de los chilenos
contribuyen a explicar parte importante de las mayores desigualdades
que se observan en Chile y, en general, en América Latina
respecto del resto del mundo.
HARALD BEYER. Investigador y Coordinador Académico del Centro de Estudios Públicos.
Ingeniero Comercial, Universidad de Chile. Candidato a Doctor en Economía de la
Universidad de California, Los Ángeles.
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