La forma de usar nuestros recursos naturales sin abusar del ecosistema, define el concepto de "eficiencia ecológica".
Desde la Estación Espacial Internacional- se emite la segunda edición del Informe Planeta Vivo (2012).
El
estudio, realizado por la ONG World Wildlife Found (WWF), la Sociedad
Zoológica de Londres y la Red Global de la Huella Ecológica, mide cómo
ha disminuido la biodiversidad planetaria en los últimos 38 años y
rankea a 150 países del mundo, según su huella ecológica. Esta establece
la relación de eficiencia que existe entre su demanda por recursos
naturales y la capacidad de cada territorio para satisfacerla.
El
informe analiza la cantidad de agua y tierra que se ocupan en seis áreas
productivas: pesca, ganadería, agricultura, terrenos para construir,
industria forestal y emisiones de C02. A eso se suma cómo se hacen cargo
de los desechos que con ello generan. La idea es obtener un indicador
que muestra si estamos o no sobreexplotando nuestros recursos naturales.
En este caso, la medida es en hectáreas y el fin es mostrar cuántas de
ellas consume un ciudadano de ese país para sustentar su estilo de vida.
Según
el ranking, los cinco países con peor huella ecológica en el mundo son
Qatar (11,6 has), Kuwait (9,72), Emiratos Arabes Unidos (8,44),
Dinamarca (8,25) y Estados Unidos (7,19). Eso significa que son las
naciones que más presionan a sus ecosistemas. Chile (3,24) aparece como
el tercer país con peor huella en la Latinoamérica, por detrás de
Uruguay (5,08) y México (3,30), que lideran la zona. Eso significa que
mientras un ciudadano de Qatar usa 11,6 hectáreas para mantener su
estilo de vida, un uruguayo 5,08 y un chileno 3,24 hectáreas. El
promedio del mundo y de Latinoamérica es 2,7 ha, siendo las naciones
desarrolladas las que lucen una peor huella promedio: 5,6 ha.
Forestal, CO2 y pesca.
A
nivel global, el informe dice que -actualmente- estamos usando 50% más
de los recursos que la Tierra tiene. Y si seguimos a este ritmo, para el
2030 se necesitarán dos planetas para abastecer a la humanidad. “Es
como si el sueldo anual de una persona se le acabe en junio, a la mitad
del año, y de ahí en adelante empiece a vivir a crédito”, dice Bosshard.
Si
se miran las cifras nacionales, nuestro país está al límite de
sobreexplotar sus recursos naturales, ya que las cifras revelan que
existe una muy pequeña brecha entre la huella que produce (o como
explota sus recursos) y la biocapacidad que tiene (la cantidad de
recursos que dispone). “Chile está justo en el punto de equilibrio.
Estamos pasando al otro lado, en una tensión”, explica Bosshard. Esto,
porque mientras usamos 3,24 hectáreas per cápita para tener nuestro
estilo de vida (huella ecológica), nuestra biocapacidad es de 3,74
hectáreas. “Eso significa que falta muy poco para que usemos más de lo
que tenemos”, dice Bosshard.
En el caso de Chile, el 23% de
nuestra huella ecológica proviene del CO2 que emitimos; el 28% de la
demanda de recursos forestales; el 17% de los cultivos, y un 19% viene
de los recursos pesqueros. Por ello, la industria salmonera y forestal
chilena son tomadas como casos de estudio por el informe global, que
indica que si estas áreas quieren evitar grandes impactos ambientales y
el agotamiento de sus recursos naturales, deben hacer cambios. Para
ello, recomiendan a ambas certificar sus procesos para hacerlos más
amigables con el medioambiente, un camino en el que ya están trabajando,
junto a WWF, revela el informe.
El estudio también establece el
Indice Planeta Vivo Global, que revela que entre 1970 y 2008 se registró
una disminución del 30% en los ecosistemas del planeta,
específicamente, en 9.000 poblaciones de más de 2.600 especies. Dos
ejemplos: los tigres han disminuido su población en 70% desde 1970,
mientras que la biodiversidad de las zonas tropicales, un 60%.
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