La cooperación es una propuesta de compartir la
construcción de una salida.
Son
ya muchos los años trabajando en el tercer sector, camino de los quince, pero
son aun más los trabajados en la empresa de mercado.
Lo esperábamos, sabíamos
que la empresa está mucho más cerca de las personas de lo que se acostumbra a
decir por parte de aquellos que construyen su realidad particular desde la
distancia y aquellos a los que beneficia esta distorsión de la realidad que nos
separa.
Los mercados, que para la sorpresa de nadie tienen nombre y apellidos, no
dejan mucho espacio a la empresa de verdad, a la que construye realidades,
genera riqueza y posibilita el desarrollo de las sociedades.
Falsos
empresarios, especuladores profesionales, injustos traficantes de mercancía,
que incluyen a las personas entre estas, distorsionan la realidad de la
mayoría. El silencio de tantos empresarios y su asentimiento ante este atropello
no es lógico, aunque nos recuerda en muchas ocasiones al de la calle de no hace
mucho. ¿Luchan acaso por pertenecer a un club de los selectos donde lo más
fácil es que ninguna persona honesta y justa querría estar? Creo que no, que es
más bien la distancia y prevención a la hora de pulsar lo cerca que están de la
sociedad, de la calle, y de su movimiento.
Estos días nos hemos encontrado más cerca que nunca del empresario que
sostiene nuestra economía real. La cultura del pelotazo, ganar pronto y mucho a
costa de lo que sea, que se extendió como fuego, está dejando en el resto de la
sociedad sus facturas de años de descerebrado quehacer. Ahora, cuando los
bancos siguen ganado dinero de nuestras dificultades, que no serían nuestras si
las hubiese resuelto quien las creó, vemos con más claridad que sólo hay un
barco y sólo un mar.
El corto plazo se desmorona poco a poco refugiándose bajo el paraguas
financiero y de esos mercados que nos trasladan como anónimos y ajenos a
nuestras voluntades cuando no lo son, ni lo uno ni lo otro. En el largo plazo
no es fácil discutir que la riqueza se enfrenta al beneficio rápido, que lo
bueno sólo lo es si es para todos, que el planeta ya no quiere jugar más a
crecer por crecer. Es triste encontrarse con aquellos que defienden sus
espacios de espaldas a los demás y en demasiados casos de espaldas a sus
propios objetivos fundacionales encontrando en ello su propia supervivencia.
Si fuera posible exigiríamos a toda la sociedad que se parase durante un
momento y nos reconociéramos unos a otros como partes de un todo.
En nuestro viaje para introducir al gestor de personas, trabajador
acompañante, como creador de valor social y parte natural de cualquier
empresa, hemos escuchado voces varias, desde el mundo empresarial y desde el
mundo social. Hay quienes no lo entienden y quienes tienen interés en no
entenderlo pero la mayoría ve claramente un puente que cruzar sabiendo que al
otro lado también tiene un lugar.
No sabemos hoy cuantas empresas decidirán
cruzar ese puente en un sentido ni cuantas entidades sociales harán lo propio
en el contrario pero el puente ya existe y eso no tiene vuelta.
Hoy, desde aquí, reivindicamos a todos los actores sociales del planeta. Lo
hacemos reconociendo su existencia y pluralidad.
Ponemos además el acento en el
empresario como actor social, que lo es y lo hacemos porque es necesario que la
sociedad lo sitúe como tal y que muchos de ellos se reconozcan y reconstruyan
sus estrategias desde este punto.
ES MOMENTO DE REINVENTAR, INNOVAR Y CONSTRUIR
DESDE LA CORRESPONSABILIDAD SOCIAL Y MEDIOAMBIENTAL.
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